Soñar. Soñar porque es lo único que queda.
El aroma a mar estaba presente en cuanto bajábamos la ventanilla del coche. Contemplábamos el cambio de vestimenta que llevaban las gentes; todos con ropa de playa, bañador, toalla y chanclas.
Legábamos a 'Rompeolas Mira Mar', donde estaba nuestro piso con piscina comunitaria. Abríamos el coche, un pie y después el otro. Tenías ganas de andar, 3 horas sin parar el coche eran agotadoras.
Sacábamos las maletas del coche. Mi padre quejándose de que eran muchas, -ni qué nos fuéramos a vivir allí- decía.
Recorríamos el pasillo hasta nuestro 'bajo'. Siempre colocando la oreja en la puerta de los vecinos pues ahí vivía mi amiga de Huelva, para ver si estaba en casa.
Llaves en mano, abríamos la puerta y metíamos nuestras pertenencias... Se notaba muchísimo la humedad; tanto en el ambiente, como en los sillones, camas, muebles...
El baño y la cocina estaban recién estrenadas ya que mi abuelo las había hecho cambiar.
Lo primero que encontrabas era el salón: cuadrado. Con dos sillones en la parte izquierda, mesa camilla en medio, una alta cómoda donde estaba la televisión y juegos de mesa... Uno o dos sofás en la parte derecha... qué pena que ya ni lo recuerde. Sobre la pared izquierda, un cuadro que siempre me maravilló de lo grande que era. Mi padre decía que siempre había estado colocado ahí.
Girando hacia también, la izquierda, encontrabas un pasillo. A mano derecha la habitación de mis tías mayores, hermanas de padre, donde ahora dormirían mis padres; y una habitación más que no llego a recordar con exactitud. A mano izquierda la cocina, el baño y la habitación de mi padre y tío, esa sería la habitación de mi hermana y mía, con una litera que me chiflaba. Al final del pasillo, la habitación de mis abuelos. Dos camas una para cada uno.
En cuanto dejaba las cosas, iba a por mi andaluza preferida; es una pena que nos hayamos distanciado tanto, pero me gustó saber que ella me recordaba tanto como yo a ella y que nos echábamos de menos mutuamente.
Deseo con el día que pueda volver allí, cada día resulta más difícil y más lejano. Y más aún ahora, que ya han hecho reparticiones de la herencia... odio el odio; es algo estúpido y complicado.