Simplemente, yo no soy básica. Por eso, los amigos que tengo, son verdaderos. ¿Cómo sabes si una cosa u otra, mi opinión o qué cojones siento de verdad si ni si quiera preguntas nada?
Nunca he sido una tía básica y aunque no me vaya demasiado bien, aunque a veces quiera tirarlo todo a la basura, después pienso en los amigos con los que puedo refugiarme, que de verdad son buenos.
Mientras escribo la mayoría de cosas, lloro. No lloro de tristeza, ni de alegría, ni de dolor. Lloro de impotencia. Lloro porque creo que a veces, no me merezco esto... o sí, por portarme bien. En este mundo está de moda que si quieres triunfar, con dinero y popularidad, -como dice mi padre- debes ser un hijo de puta. Él como nunca lo ha sido, no lo es. Ya sé de donde me vienen estos principios que me gustaría a veces no tenerlos...
Si quieres saber algo de mí, pregúntalo y no reafirmes que ya lo sabes porque me conoces, ya que como soy persona, puedo cambiar de opinión.
Pero ¿sabes qué? Tuve un vacío el domingo a llegar a casa, un vacío en mi corazón después de haber estado en la calle. Lo tuve porque no tenía a mi lado a esa persona que tanto aprecio. Que ni si quiera creo que piense en mí, ni se pregunta cómo estoy, ni me pregunta que he hecho en el día. Ese vacío se lo llevó consigo y ahora no sé cómo cubrirlo.
Para desahogarme, canto y escribo.